Mezclar los ingredientes con un tenedor o batidor de huevos hasta obtener una mezcla homogénea. Dejar reposar la mezcla por uno o dos minutos. Esto es clave, porque la harina de coco absorbe mucha humedad y la consistencia de la mezcla va a cambiar durante este proceso. La mezcla debe ser liquida y fácil de vertir.
Para cocinarlos, poner un sartén a temperatura media y engrasarlo con un poquito de ghee (mantequilla clarificada) o aceite de coco. Verter una capa delgada de mezcla y mover el sartén para que se reparta de forma uniforme. Taparlo hasta que se formen burbujas y las orillas estén doradas. Darle vuelta y volver a tapar hasta que tenga un color dorado. Hay un poco de prueba y error al principio, mientras uno se familiariza con el proceso de voltearlo y la cantidad de mezcla necesaria según el tamaño del sartén. Repetir con la siguiente crepa. Yo enfrío y vuelvo a engrasar un poco el sartún entre cada una.
Puedes servirlas con tu topping o relleno favorito. Personalmente me encantan con fresas y moras, pero también quedan geniales con rellenos salados como salmón o vegetales.